De la misma manera que creamos nuestra vida, somos los creadores de la relación que establecemos con alguien. A veces a pesar de uno mismo, y aquí es donde es interesante dar un paso atrás y analizar el rol y el personaje que uno pone en juego en una relación particular. Todo depende de cómo entras en el intercambio, de cómo te posicionas frente al otro. La magia de la verdadera relación pediría dejarse llevar por ella, sin intentar conducirla, dejar que nos arrastre a esos lugares sorprendentes de nosotros mismos, a nuestro descubrimiento. Pero a veces necesitamos ser efectivos ... A veces el miedo, la falta de seguridad o la falta de conexión con uno mismo pueden llevarnos a manejar inconscientemente esta relación de una manera insatisfactoria. La relación que me define A veces nos dejamos llevar por la relación y soltamos las riendas. Por conveniencia, no pensar, no ser responsable. Entonces nos distorsionamos y terminamos distorsionando la relación. La mirada del otro me define, como demuestra Charles Pépin al relatar de forma muy conmovedora el encuentro de Boris Cyrulnik con Émile, su “tutor de resiliencia”. Conoce a Émile quien provoca un gran cambio en su vida, ya que por fin este lo ve otro: como lo mira Emile lo define, ya no es un rescatado de la Shoá, o un niño traumado, pero un joven en sus cabales, en el presente. Con esta mirada Boris se convierte en otra persona y se le abre otro futuro en el universo de posibilidades. El otro que habla de él cuando habla de mí Así como yo me defino a los ojos del otro, el otro se busca en los míos. Ahí es donde conviene no equivocarse y tomar las críticas de los demás al pie de la letra. Lo que el otro dice de mí es sólo una pista: cuando me acusa de insuficiente, probablemente sólo está expresando sus celos. El otro critica en mí aspectos que le molestan, mostrando así cuánto él mismo está siendo lo que me reprende, o al contrario, mostrando cuánto tiene miedo de llegar a ser este mismo que critica. Al condenarme, suprime un rasgo de carácter o una acción suya mientras habla en contra de mi y en voz alta. De este modo es como si se pudiera "escuchar hablar él mismo". De todos modos, si le molesto, es acerca de él que hay algo que entender. En ningún momento se trata de mi. Ver la Ley del Espejo comentada por Borja Vilaseca. Cuando defino la relación La actitud, el andar, las palabras elegidas son todos indicios de la energía que alguien transmite cuando establece un vínculo con el otro. Todos estos son elementos que colorean una relación, a menudo sin saberlo, y que lleva el intercambio por un camino característico. Es el arte de la programación neurolingüística que analiza cómo la expresión corporal y las palabras elegidas expresan emociones mucho más allá del lenguaje. El otro, inconscientemente, capta estas emociones y se sintoniza y encuentra la actitud idónea para que la unión sea armónica. Adaptará su comportamiento a lo que emite su interlocutor. Mi actitud (cabeza agachada, sumisa, hombros hacia adelante, mirada hacia abajo, tono vacilante) invitará al otro a tomar una posición más alta. Por el contrario, si asumo que soy brillante y admirada, sacaré pecho, levantaré la barbilla y daré una leve sonrisa de suficiencia que cautivará al otro con asombro o molestia, dependiendo de la personalidad con la cual me encuentro. En la serie canadiense Orphan Black (Graeme Manson & John Fawcett - 2013) Tatiana Maslany interpreta a siete personajes diferentes. Aunque son clonas y, por lo tanto, genéticamente idénticas (en este caso, ella es incluso la misma actriz), ¡a veces son irreconocibles! La actitud y las posturas invertidas en los intercambios con los demás, el peinado, los complementos o atavíos utilizados las transforman en mujeres completamente opuestas, cada una de las cuales genera situaciones muy diferentes en sus encuentros. Gestionar mis relaciones Así que yo dicto la corriente de la relación, así como su destino. La forma en que me posiciono me conduce a llevar al otro por un camino que se ubica por una vía del medio. Este camino intermedio se compone de interacciones entre uno y otro y creará algo único entre nosotros: nuestra relación. Se establece por la suma (¡o la resta!) de estas contribuciones. Como parte de la misma conexión con alguien, primero puedo sentirme bien y brillar, mostrarme poderosa. El otro se deslumbra y está impresionado. Si un día soy más servicial/servil tiendo a querer complacer y someterme a los deseos del otro. Estoy en demanda, incluso en necesidad. La actitud del otro hacia mí cambia. En el caso de "Estas mujeres que aman demasiado", Robin Norwood nos muestra cómo también puedo transformar el amor que los demás me tienen. El tenor de una relación puede haber alterado la actitud de uno de los protagonistas. Eso lo distorsiona o muestra un lado particular de él. Pero el contrario también es cierto, especialmente cuando el lazo en sí se vuelve más importante que el otro o que uno mismo. Cuando lo que se desea es la relación, más que la persona que la encarna. Sin imponernos a ser conscientes y conducir todas nuestras relaciones con una intención particular, estar atentos y corregir aquellas que nos lastiman o molestan retomando nuestro poder puede ser salvador. Puedo visualizar a la persona que quiero ser en una relación, estar atento a su cabeza, su estatura, su andar, su sonrisa y abrazar estas actitudes para convertirme en quien soy y así guiar la relación hacia lo que necesito. " /> Relaciones? Dibujo yo...
Relaciones? Dibujo yo...

Relaciones? Dibujo yo...

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El Otro

24 May 21

Llevo a mi hija de 14 años a una cita con un nuevo pediatra. Llegamos sobre la hora. La dejo frente a la oficina y le digo que vaya y que espere en la sala de espera mientras yo aparque el coche. Cinco minutos después ya recibo un mensaje de ella: “Mamá, ¿cuándo vienes? La doctora está siendo super grosera, me dice que no puede ser que no sepa las últimas vacunas que me hicieron...".
Diablos, un pediatra desagradable, me sorprendre ... Me apresuro y les alcanzo rápidamente, cavilando mi irritación: No aprecio mucho que me maltraten a mi hija.
Entro en el consultorio, tomo asiento junto a mi hija aterrada, acurrucada en sus hombros, y en un tono confiado, un toque imponente, le explico las razones de nuestra visita. Y de repente la señora pediatra se convierte en una auténtica crema.
Dejo la consulta desconcertada y me aparece claro que una relación está determinada por el impulso de cada uno de los protagonistas ...

De la misma manera que creamos nuestra vida, somos los creadores de la relación que establecemos con alguien. A veces a pesar de uno mismo, y aquí es donde es interesante dar un paso atrás y analizar el rol y el personaje que uno pone en juego en una relación particular.
Todo depende de cómo entras en el intercambio, de cómo te posicionas frente al otro.
La magia de la verdadera relación pediría dejarse llevar por ella, sin intentar conducirla, dejar que nos arrastre a esos lugares sorprendentes de nosotros mismos, a nuestro descubrimiento. Pero a veces necesitamos ser efectivos ... A veces el miedo, la falta de seguridad o la falta de conexión con uno mismo pueden llevarnos a manejar inconscientemente esta relación de una manera insatisfactoria.

La relación que me define
A veces nos dejamos llevar por la relación y soltamos las riendas. Por conveniencia, no pensar, no ser responsable. Entonces nos distorsionamos y terminamos distorsionando la relación.
La mirada del otro me define, como demuestra Charles Pépin al relatar de forma muy conmovedora el encuentro de Boris Cyrulnik con Émile, su “tutor de resiliencia”. Conoce a Émile quien provoca un gran cambio en su vida, ya que por fin este lo ve otro: como lo mira Emile lo define, ya no es un rescatado de la Shoá, o un niño traumado, pero un joven en sus cabales, en el presente. Con esta mirada Boris se convierte en otra persona y se le abre otro futuro en el universo de posibilidades.

El otro que habla de él cuando habla de mí
Así como yo me defino a los ojos del otro, el otro se busca en los míos. Ahí es donde conviene no equivocarse y tomar las críticas de los demás al pie de la letra. Lo que el otro dice de mí es sólo una pista: cuando me acusa de insuficiente, probablemente sólo está expresando sus celos.
El otro critica en mí aspectos que le molestan, mostrando así cuánto él mismo está siendo lo que me reprende, o al contrario, mostrando cuánto tiene miedo de llegar a ser este mismo que critica. Al condenarme, suprime un rasgo de carácter o una acción suya mientras habla en contra de mi y en voz alta. De este modo es como si se pudiera "escuchar hablar él mismo".
De todos modos, si le molesto, es acerca de él que hay algo que entender. En ningún momento se trata de mi.
Ver la Ley del Espejo comentada por Borja Vilaseca.

Cuando defino la relación
La actitud, el andar, las palabras elegidas son todos indicios de la energía que alguien transmite cuando establece un vínculo con el otro. Todos estos son elementos que colorean una relación, a menudo sin saberlo, y que lleva el intercambio por un camino característico.
Es el arte de la programación neurolingüística que analiza cómo la expresión corporal y las palabras elegidas expresan emociones mucho más allá del lenguaje. El otro, inconscientemente, capta estas emociones y se sintoniza y encuentra la actitud idónea para que la unión sea armónica. Adaptará su comportamiento a lo que emite su interlocutor.
Mi actitud (cabeza agachada, sumisa, hombros hacia adelante, mirada hacia abajo, tono vacilante) invitará al otro a tomar una posición más alta. Por el contrario, si asumo que soy brillante y admirada, sacaré pecho, levantaré la barbilla y daré una leve sonrisa de suficiencia que cautivará al otro con asombro o molestia, dependiendo de la personalidad con la cual me encuentro.
En la serie canadiense Orphan Black (Graeme Manson & John Fawcett - 2013) Tatiana Maslany interpreta a siete personajes diferentes. Aunque son clonas y, por lo tanto, genéticamente idénticas (en este caso, ella es incluso la misma actriz), ¡a veces son irreconocibles! La actitud y las posturas invertidas en los intercambios con los demás, el peinado, los complementos o atavíos utilizados las transforman en mujeres completamente opuestas, cada una de las cuales genera situaciones muy diferentes en sus encuentros.

Gestionar mis relaciones
Así que yo dicto la corriente de la relación, así como su destino.
La forma en que me posiciono me conduce a llevar al otro por un camino que se ubica por una vía del medio. Este camino intermedio se compone de interacciones entre uno y otro y creará algo único entre nosotros: nuestra relación. Se establece por la suma (¡o la resta!) de estas contribuciones.
Como parte de la misma conexión con alguien, primero puedo sentirme bien y brillar, mostrarme poderosa. El otro se deslumbra y está impresionado. Si un día soy más servicial/servil tiendo a querer complacer y someterme a los deseos del otro. Estoy en demanda, incluso en necesidad. La actitud del otro hacia mí cambia.
En el caso de "Estas mujeres que aman demasiado", Robin Norwood nos muestra cómo también puedo transformar el amor que los demás me tienen. El tenor de una relación puede haber alterado la actitud de uno de los protagonistas. Eso lo distorsiona o muestra un lado particular de él.
Pero el contrario también es cierto, especialmente cuando el lazo en sí se vuelve más importante que el otro o que uno mismo. Cuando lo que se desea es la relación, más que la persona que la encarna.

Sin imponernos a ser conscientes y conducir todas nuestras relaciones con una intención particular, estar atentos y corregir aquellas que nos lastiman o molestan retomando nuestro poder puede ser salvador.
Puedo visualizar a la persona que quiero ser en una relación, estar atento a su cabeza, su estatura, su andar, su sonrisa y abrazar estas actitudes para convertirme en quien soy y así guiar la relación hacia lo que necesito.


Hablan de ello :

La Rencontre - Charles Pépin
Intimitá - Willy Pasini
Orphan Black - John Fawcett - 2013
Women who love too much - Robin Norwood
La ley de Espejo - Borja Villaseca

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